jueves, 25 de diciembre de 2008

Gente comun y la vida normal

Siempre me preguntan que sentí la primera vez que me prostituí, siempre respondo que me sentí mal y cambian de tema.
Apenas se fue el primer cliente de mi vida, llore como creo que lo haría cualquiera pero lo extraño sucedió la mañana siguiente.

Generalmente las personas dicen "volví a nacer" después de tener una experiencia extraordinaria que cambia sus vidas, cuando salí de mi habitación a comprar comida con el dinero ganado la noche anterior estaba triste pero a la vez rara, yo, según casi todas las culturas ya formaba parte de la marginacion social pero me veía igual.
Entre a un supermercado atendido por coreanos, por supuesto que mi imaginacion decía que todos los presentes me miraban acusándome pero borre ese pensamiento rápido y fui a la sección de lácteos, la gente se ocupaba de sus compras, era yo quien las miraba.
Gente común y normal con sus rutinas como yo a esa hora el día anterior, pero ya no me consideraba "normal", ya era una persona inferior moralmente a ellos, me vestía similar, actuaba igual pero era distinta, era diferente a todas esas buenas personas, yo era quien desencajaba
Termine de comprar y volví a mi habitación y medite.

¿Y si la gente era como yo?, ¿si ocultaban algo que no les gustaba de si mismos?
Claro que la gente tiene secretos y que los oculta, así somos todos, ¿por que yo debería sentirme mal por ello?, ¿ y si con sus trabajos se sienten desdichados?, ¿eso les impide comprar yogurt normalmente?
Una prostituta puede tener una rutina normal también, no es precisamente la noche y los desconocidos, eso es el trabajo, la rutina es ir a comprar algo, ir en colectivo, a la universidad, a veces al cine, incluso tener un converzación cualquiera con cualquiera, cuando hacemos esas cosas no llevamos ropa ajustada y corta, nos vestimos y nos vemos como la gente "normal".
Deberíamos ser "normales" también.

Me dije que no volvería a sentirme horrible e inmoral por esto.
No me sentí bien ese día pero este pensamiento me ayudaria después.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Los dos chicos

Los dos chicos preguntaron mi tarifa, se los dije y les advertí:
"No hago tríos"
Ellos se miraron e intercambiaron palabras, les propuse estar con uno a la vez y aceptaron.
El primero Agustín, tendría mi edad y el segundo se llamaba Damián que era un poco más nene y parecía más nervioso que su amigo. Cuando estuvimos los tres en la habitación, pregunté:
"¿Quien va a ser el primero?"
Agustín se adelantó, parecía el más decidido, se desvistió y comencé mi trabajo, mientras Damián nos miraba, sentado en una silla con una creciente excitación.
No pude evitar fijarme que no era a mi a quien más miraba. Agustín mientras me penetraba se daba vueltas, lo miraba y le susurró algo como:
"Así se hace"
Damián miraba todo pero empecé a sospechar que no era la estrella principal, cuando Agustín terminó su turno (quince minutos), casi de inmediato Damián se subió encima mío y dio comienzo a su tarea con cierta rudeza y en menos de cinco minutos todo había finalizado... En esos cinco minutos sólo lo miró a él, no me importó.
Aunque después, hubiese querido saber que pensaba Damián, quizás hasta que me dijera que lo guiara o por qué no, que reconociera los motivos que lo llevaban a mirar a Agustín, dejándome como estrella secundaria. Pero todo había pasado, ya no tenían importancia esos pensamientos que tuve al terminar.
Cuando se vestían, Agustín le preguntó a su amigo:
¿Te gustó?
Si estuvo re bueno.
A mi también me gusto.
No me dirigieron la palabra. No volví a verlos.